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La vulnerable economía italiana, pendiente de unas elecciones clave

Italia, que irá a las urnas tras 15 meses de un Gobierno del profesor Mario Monti, ha logrado esquivar el agujero negro de la deuda, pero sigue siendo un país frágil, hundido en una profunda recesión y vulnerable a enventuales turbulencias políticas.

Italia, que irá a las urnas tras 15 meses de un Gobierno del profesor Mario Monti, ha logrado esquivar el agujero negro de la deuda, pero sigue siendo un país frágil, hundido en una profunda recesión y vulnerable a enventuales turbulencias políticas.

Si hay algo que ha caracterizado este periodo que se acaba éso ha sido la 'prima de riesgo' -la diferencia que pagan los bonos italianos a diez años con los alemanes que sirven de referencia-, que está en boca de periodistas, analistas, políticos y del ciudadano de a pie, que hasta hace dos años nunca había oído hablar de ello.

Este indicador del nivel de desconfianza que inspira Italia en comparación con la virtuosa Alemania ha caído la mitad desde noviembre de 2011, fecha en que Monti asumió las riendas del país.

Gracias al cambio radical con respecto a su predecesor, Silvio Berlusconi, Monti ha sabido, con ayuda del Banco Central Europeo (BCE), recuperar parte de la credibilidad de Italia en Europa y en los mercados financieros, que han sabido reconocerlo, al igual que numerosas empresas italianas.

En este sentido, "hay un antes y un después", resume Alberto Barcella, presidente de la organización patronal Confindustria en Lombardía, la región más rica e industrial del país. "Este Gobierno ha operado durante uno de los periodos más difíciles de la República italiana (...) En este contexto, creo que lo ha hecho tan bien como pudo", estima, y cita las reformas laboral y de las pensiones.

Pero estos esfuerzos, en particular la draconiana política de austeridad llevada a cabo para reducir la descomunal deuda del país (2 billones de euros) y equilibrar las cuentas públicas, han tenido un precio muy alto para los ciudadanos.

A los italianos no les ha gustado mucho la vuelta del impuesto sobre los bienes inmuebles. El tema de los impuestos de hecho ha dominado la campaña electoral antes de ser eclipsado últimamente por los sorprendentes escándalos financieros, que han hecho vacilar gigantes como Finmeccanica o Eni.

Por ello, es difícil creer en las promesas oficiales de que el crecimiento volverá a mediados de año, puesto que, según las últimas estadísticas, Italia acaba de encadenar seis trimestres consecutivos de contracción del PIB, el periodo de recesión más largo en 20 años. La economía se contrajo un 2,2% en 2012.

Según un estudio de Cerved, 104.000 empresas cerraron el año pasado, víctimas de la crisis o del 'credit crunch', la falta de crédito.

Al mismo tiempo, el desempleo sigue aumentando: en diciembre se elevó al 11,2% de la población activa (36,6% entre los jóvenes de 15-24 años) y alimenta el resentimiento contra una clase política, a la que se considera desconectada de la realidad diaria de los ciudadanos y permisiva con la corrupción.

Monti, después de haber descartado incialmente lanzarse al ruedo político, ha justificado su giro a finales de diciembre por la voluntad de preservar las reformas logradas. "Somos los únicos que hemos mostrado nuestra capacidad de gobernar. Y habría un gran riesgo de que se vuelva a propagar el gran incendio financiero si los italianos escuchan a Berlusconi y sus promesas ilimitadas", declaró esta semana.

La fuerte subida del 'Cavaliere' en los sondeos en las dos últimas semanas ha producido escalofríos en los mercados, en particular tras su promesa de devolver el denostado impuesto sobre bienes inmuebles si es elegido, lo que no hace más que avivar el espectro de una Italia incontrolable que amenaza toda la zona euro.

Pero en realidad, para los mercados, los acontecimientos son bastante favorables, dicen los economistas del banco UBS. Su "escenario favorito" sería el de una alianza entre el Partido Demócrata, favorito en los sondeos pero que quizá no tenga la mayoría en el Senado, y la coalición centrista de Mario Monti, que estaría así llamado a conservar un papel determinante en el futuro gobierno.