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El boom del gas y del petróleo de esquisto trastorna el orden energético mundial

El boom del gas y del petróleo de esquisto en América del Norte trastorna el orden energético planetario al suministrar una fuente barata de hidrocarburos a los países occidentales, aunque previsiblemente Oriente Medio mantendrá su papel central.

El boom del gas y del petróleo de esquisto en América del Norte trastorna el orden energético planetario al suministrar una fuente barata de hidrocarburos a los países occidentales, aunque previsiblemente Oriente Medio mantendrá su papel central.

"La revolución del gas natural es real. América del Norte encontró súbitamente suministros para 100 años de gas fácilmente accesible, cuando el mundo dispone de 250" y ese "boom rediseña el mapa geopolítico del planeta", afirma Marvin Odum, directivo de Shell, durante una reciente conferencia de la firma especializada Platts.

Desde 2007, la criticada tecnología del 'fracking', o fracturación hidráulica, combinada con la perforación horizontal, permitió explorar los inmensos recursos hidrocarburíferos de los yacimientos de esquisto en Estados Unidos y Canadá. De ese modo, Estados Unidos produjo este año 6,4 millones de barriles diarios de crudo: un aumento del 32% en cinco años, un récord para los últimos 15 años.

Este maná genera decenas de miles de millones de dólares de ingresos y crea centenares de miles de empleos, una riada de oro hacia el siglo XXI, que suscita serios temores por posibles daños ambientales y en la salud de las poblaciones aledañas a los emprendimientos.

La Agencia Internacional de Energía prevé incluso que Estados Unidos se convierta en el primer productor mundial de petróleo dentro de cuatro años, superando a Arabia Saudí y Rusia y que alcanzará la independencia energética en 2030. "En lo que atañe al gas natural, la independencia ya la tiene casi asegurada", observa Andrew Lipow, analista independiente interrogado por la AFP.

Una situación impensable algunos años atrás, que sobre todo modifica el reparto del mercado para Estados Unidos, primer consumidor del mundo, cuando Canadá ya es ampliamente exportador.

Si sus previsiones se confirman, "Estados Unidos ya no necesitará más a Oriente Medio y a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) para su abastecimiento de petróleo", constata Lipow.

A la inversa, Oriente Medio se encuentra "frente a dos desafíos: la competencia de la nueva producción proveniente de Estados Unidos y la expansión de su propio consumo", opina Kevin Massy, experto del Brookings Institute.

La ventaja que sacó Estados Unidos con el esquisto se moderó en parte por el aumento del consumo energético. Según la AIE, entre este año y 2035, la demanda mundial de gas puede incrementarse un 50% y la de petróleo un 10%, estimuladas por el desarrollo de los transportes en los países emergentes, lo que mantendrá los precios del crudo en niveles elevados.

"En un mercado totalmente globalizado, Estados Unidos sigue siendo vulnerable a cualquier perturbación del suministro, capaz de disparar el (precio del) crudo y debilitar a la economía estadounidense", insiste Massy.

Oriente Medio "seguirá, por tanto, siendo crucial" para el aprovisionamiento energético, por no hablar de cuestiones de seguridad nacional, señala Michael Levi, del Council on Foreign Relations (CFR). "El gas es diferente, ya que se trata de un mercado regionalizado; por tanto, el impacto geopolítico del esquisto es más importante", enfatiza Massy.

Países como Ucrania, Hungría y Polonia, que dependen del gas ruso, comprarán cada vez más gas natural licuado proveniente de América del Norte. "Eso ejerce presión sobre los precios" y reduce la supremacía del gigante ruso, agrega Massy.

Los demás países están lejos de poder imitar el ejemplo estadounidense. En Europa (en Francia o en Bulgaria), las preocupaciones ambientales bloquean la explotación. En Gran Bretaña, suscita debates, pero en Polonia, donde el gobierno es favorable a la explotación, el gigante ExxonMobil ha cosechado fracaso tras fracaso en varios ensayos improductivos.

China, por su parte, tiene reservas muy importantes de esquistos, pero en zonas áridas carentes de infraestructuras, y la tecnología 'fracking' necesita inmensas cantidades de agua.